Llegaba tarde; se había dormido, como otras tantas veces. Redujo la velocidad a medida que se acercaba a aquellas escaleras. Otro día más descendiendo a los infiernos. Al menos aquél calor tan asfixiante le despertó.
Pasaron cinco minutos y el tren se detuvo en el andén. Automáticamente pulsó el botón que abría la puerta y se introdujo en aquél vagón. Tuvo suerte; había un asiento libre. Se sentó y se dejó llevar por el traqueteo y el ruido, a veces ensordecedor, del metro en movimiento.
Estaba cansado; a penas podía articular un pensamiento, por lo que simplemente se dedicó a observar a los pasajeros que subían... y bajaban... subían... y bajaban... La insustancialidad de aquél baile urbano le hizo esbozar una sonrisa. Estaban todos locos, pensó, al acordarse de aquella película: "Tenemos trabajos que detestamos para pagar aquello que no necesitamos". ¡Cuánta razón!
Inmerso en sus pensamientos, pronto se dio cuenta de que estaba perdiendo la noción del tiempo. ¿Cuánto llevaba allí? Estaba tan cansado que hubiese dicho que era una eternidad.
El metro volvió a detenerse. Diagonal. Gente subiendo, gente bajando. Volvió a ponerse en marcha. Las ruedas del tren rozando con las vías. Otra vez ruido ensordecer. El metro subía ligeramente y volvía a bajar. Continuaba su camino. Volvió a detenerse. Gente subiendo, gente bajando. Volvía a ponerse en marcha.
Dilatación temporal, pensó. Cuando más aburrido, más denso es el tiempo; cuando más divertido, se escapa. Todo es relativo, excepto la velocidad de la luz. ¡Maldito Einstein! ¡Llego tarde!
El metro se detuvo. Diagonal. Gente subiendo, gente bajando. Volvía a ponerse en marcha. La misma gente anónima, distinta gente anónima. Tantísima gente y sin aire acondicionado; se asfixiaba.
Volvió a fijarse en la gente. Nadie hablaba. Todo el mundo tenía puesta la vista en las pantallas de su móvil. Se rió. Marx hablaba de la alienación del trabajo; se revolvería en su tumba si conociese la alienación provocada por el instrumento popularizado por el mago del capital, el señor Jobs, el de la manzana que curaba el cáncer.
El metro se detuvo otra vez. Diagonal. Gente bajando, gente subiendo. Dilatación temporal. El tren se ponía de nuevo en marcha. Ruido ensordecedor. Subía primero, bajaba después.
El trayecto se le estaba haciendo eterno. Llegaría empapado en sudor al trabajo.
El metro se detuvo. Diagonal. Gente bajando. Nadie subía. El tren se ponía de nuevo en marcha, esta vez más ligero. Sintió que podía respirar mejor.
Miró el reloj. Solo había pasado un minuto. Dilatación temporal. Todo es relativo. Llegaría a tiempo al trabajo. Habían avanzado varias paradas en menos de un minuto. Justificaba de sobras los vaivenes y el ruido ensordecedor.
Frenaban. Llegaba a Diagonal; le quedaba sólo una parada. Al fin podría salir de los fosos de la urbe. Se pusieron en marcha otra vez. Nadie había bajado, subió mucha gente. Subieron y bajaron. Se asfixiaba otra vez.
Finalmente el metro se detuvo. De manera casi instintiva se levantó y se dirigió a la puerta. Pulsó el botón y salió. Diagonal. Se dirigió hacia la salida y...
¡Un momento! Estaba en Diagonal. No era posible. Se debía haber confundido.
Cuando se giró para volver a introducirse en el vagón, este ya había cerrado sus puertas. El metro ya iniciaba la marcha.
Esperó dos minutos. Llegaba tarde. Estaba en Diagonal; quedaba una parada.
El siguiente metro se detuvo. Se subió a él. Nadie bajaba. Sentía una sensación de opresión. Las puertas se cerraron; se pusieron en marcha. El calor le aplastaba; no podía respirar. Sólo quedaba una parada. Subieron y bajaron. Ruido ensordecedor.
El vagón se detuvo. Diagonal, leyó. No podía ser. Salió corriendo del vagón. No podía ser. Dilatación temporal. Curvatura del tejido espacio-tiempo. Confusión; miedo. Había pasado un minuto.
Subió las escaleras tan rápido como pudo. El calor le aplastaba. Necesitaba respirar. Se sentó.
El vagón se detuvo. Diagonal. Gente bajando, gente subiendo. Le miraban. "Únete a nosotros", decían. Pánico. No podía ser real. Disociación.
Todos se acercaban hacia él. Lo sujetaron. Gritaba con todas sus fuerzas. "Únete a nosotros", decían. Él mordía, pataleaba y escupía. Le agarraron del pelo. Vio una aguja. Lloraba y pataleaba. Perdía mechones de pelo por tratar de escapar. Oscuridad.
Llegaba tarde, como otras tantas veces...
Sujeto: 234.
Resultados tras la inoculación: Inconcluyentes.
Efectos en el sujeto: Agresividad, rabia, instintos asesinos, delirios, disociación, paranoia.
Próximo destino del sujeto: Baja forzosa; desconexión del sistema.
Indicaciones sobre el estudio: Continuar con el desarrollo de las pruebas del virus ApatíaC2V33.
Motivo del cierre del expediente del sujeto: Cese provocado de la actividad biológica por desconexión del sistema.
Reality Inc.
Un saludo,
Morpheus
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