23 julio 2019

Quiero que me leas

Quiero que me manosees y me mires de la misma forma que lo haces con ese libro.

Que me lleves a todas partes y, en un lugar tranquilo, me leas, haciéndote aparecer ese hoyuelo en tu mejilla izquierda al sonreír.

Quiero hacerte disfrutar y llevarte lejos cada vez que, lamiéndote un dedo, me recorras las páginas. Que me lo hagas lento, con calma, y otras veces, frenéticamente.

Que una vez terminado, vuelvas a bucear en mí por el simple placer de hacerlo.

Que guardes tus recuerdos y postales conmigo.

Un saludo,
Morpheus

09 julio 2019

Relojes rotos

Aquí os dejo una de las poesías (la primera) que he recitado esta temporada en el Llobregat Slam Poetry.

Ya llevo cuatro relojes rotos
tratando de olvidarte;
lo que pudo ser y no fue,
o lo que hubiera sido ideal.

Pero que le den a Platón y su ideal.
Yo te quiero empírica;
tocar y sentir tu piel
más allá de cualquier proyección mental
idealizada.

Quiero materializar el amor
en tardes haciendo pasteles
con la mejilla manchada de harina;
protestando en la calle
cuando una injusticia nos encienda el pecho,
o improvisando un baile,
frente contra frente,
con cualquier canción
que nos evoque el tiempo juntos.

Dejar el 'Pienso, luego existo'
para que la única duda metódica sea saber
si te haré más feliz besándote antes o después de hacerte reír.
Y que los luegos se conviertan en ahora,
para dejar de perseguir la zanahoria de la felicidad
y conjugarla, finalmente, en gerundio.

Que nuestro principio de incertidumbre se base
en sonrisas,
y que la cuántica se resuma en pensarnos el uno al otro
en el mismo instante
a quilómetros de distancia.

Que el nosotros se forje propiciando circunstancias,
y que nuestro punto de referencia inercial sea la cama
para medir en Newtons
la gravedad de nuestra lujuria.

Quiero medir el calor en frecuencia cardíaca
al verte acurrucada y dormida en el sofá
mientras vemos una película,
tras una mañana de aventuras;
y que la radioactividad se mida en el número de pelos que se te erizan
al recorrer con mis dedos
tu espalda desnuda.

Pero lo único que soy capaz de medir
es la desesperación
en relojes
que se hartaron de esperarte.

Un saludo,
Morpheus