05 noviembre 2019

La vida es...

La vida es...

Sentirse a la deriva en una tempestad de dudas.
Ese verso escrito en el tren cuando vuelves a casa borracho.
Esconder el llanto cuando te sientes Atlas.
Amar a cientos de quilómetros de distancia a quien tienes a menos de diez centímetros.
Soltar un manojo de sueños consumidos en una noche de setiembre.
Escribir cuando nada tiene sentido un domingo por la mañana en el balcón, tomando café.
Ese abrazo felino los días que has sido incapaz de sostener una sonrisa.
Dar un paso atrás cuando sientes la gravedad de las vías del tren.
Sentirse en comunión en las calles, clamando por la libertad y un futuro mejor; correr y socorrer para volver otro día, tozudos, y seguir con el rito.
Fundirse en un baile.
Sentir cómo te erizas al escuchar esa canción o al notar el aliento de esa voz susurrándote al oído.
Morir en el frenesí de dos cuerpos que se buscan en el sudor, la saliva, los mordiscos y la piel arrancada entre las uñas.
Despertarse perezosamente con la luz que irrumpe a través de la persiana junto a ella, mientras las manos y algún leve gemido deshacen el conjuro del ensueño.
Envenenarse con etanol entre risas y confesiones.
Lanzarse a la pista y continuar bailando aunque hayan desconectado la música.
Seguir levantándose cada día aunque ella ya no está.
Seguir poniendo un pie delante del otro aunque te pese el mundo.

Un saludo,
Morpheus

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