Al menos eso puedo decir tras esta semanita, en primer lugar porque el miércoles recibí, por fin, mi ejemplar del juego de rol Aquelarre, y segundo porque el lunes me notificaron que había sido ganador del concurso de módulos de Aquelarre organizado por la revista electrónica Dramatis Personae.
Como podréis imaginar, presenté la partida de la que ya he hablado un par de veces; la verdad es que tuve suerte al organizarse este concurso justo cuando estaba a punto de finalizar el documento, y también es cierto que mi partida no es nada del otro mundo, y si algunos módulos que he visto últimamente se hubiesen presentado, yo tampoco hubiese ganado.
La partida, titulada A Conxura de Conxo, que llevaba desde agosto de 2008 preparando, con un total de 121 horas de edición según mi editor de texto, OpenOffice, y que he dirigido dos veces, no siempre de la forma que esperaba, ha ocupado unas 32 páginas; 7 de ellas son de trasfondo, es decir, contexto y ambientación.
La verdad es que, como ya he dicho más de una vez, he tardado tanto en completarla por mi falta de constancia, mis cambios constantes en la trama y mi esfuerzo en centrarla en una historia real, en concreto en los alrededores de la muerte del arzobispo de Santiago en el año 1316, cuando, tras ella, los compostelanos se alzaron en armas contra el señorío de la iglesia hasta el año 1320, año en que los representantes de la rebelión compostelana fueron asesinados en el castillo de la Rocha Forte, en el actual barrio de Santiago, Conxo; posteriormente, en el año 1467, el castillo fue destruido por los irmandiños.
Estoy bastante contento, ya que una de las cosas que me propuse era acabar una historia, cosa que creo que nunca he hecho, al menos yo sólo, y para mí era un paso necesario si algún día llego a escribir algo más extenso, que la verdad es que me gustaría. Por otra parte, estoy también muy contento porque hay alguien que me ha otorgado un reconocimiento por ella, es decir, que ha considerado que no era una historia, como mínimo, cutre; digo esto principalmente porque siempre que he empezado a escribir algo siempre me ha parecido bastante típico o cutre; me gustaría hacer algo capaz de enganchar.
Así pues, traté de que la historia tratase de no revelar quién merecía estar bajo sospecha hasta los últimos capítulos, cosa que, dirigiéndola, no conseguí; espero que si alguien la dirige lo consiga.
Os estaréis preguntando dónde podéis leerla; siento deciros que tendréis que esperar a que salga el séptimo número de Dramatis Personae, donde saldrá publicada. Pese a esto, sí que os puedo dar un pequeño avance; espero que os guste:
Prólogo
Es el año 1294 y Xisela, una niña de cinco años, es atacada, junto con sus padres, por unos bandidos al volver de la poblada ciudad de Santiago de Compostela a la parroquia de Conxo, tras haber asistido a la misa celebrada recientemente en la catedral con motivo del año jacobeo.
Sus padres mueren ante la aterrorizada mirada de Xisela, que teme por su vida. Sin embargo, esos bandidos mueren en un parpadeo, cuando están a punto de finalizar el trabajo y asesinarla a ella. Aparece, entonces, una figura de entre los árboles colindantes al camino: es una anciana que se acerca con un extraño caminar hacia ella para tratar de curar sus heridas y consolarla. Se llama Branca, y a partir de entonces será su protectora.
Branca es una meiga, el fruto de la unión entre una humana y el demonio de la magia negra, Agaliarepth. Tiene ya más de 300 años y vive aislada y sola en el bosque, alejada de los humanos que, generación tras generación, cada vez la odian más; a ella y a su magia.
Seis años después, en el Viernes Santo del año 1300, Andreia, una chiquilla de nueve años, huye despavorida; intenta evitar a una turba de gente que está propinando una paliza mortal a sus padres, alentados por Rodrigo González, el arzobispo de Santiago, pues se tratan de judíos, los asesinos de Cristo... y también se tratan de los prestamistas del clérigo.
Vagando por el bosque, con sus ropajes raídos, su cara sucia y su estómago vacío, es encontrada por Xisela, que la lleva con Branca; tras vestirla y alimentarla, la acogerán en su hogar, aunque Andreia no dirá ni una palabra hasta pasado un mes, ocultando su condición de judía.
Durante cinco años, Andreia, al igual que Xisela, recibió los conocimientos de Branca, que les enseñaría a protegerse, a mantenerse ocultas y a no revelar sus secretos.
En cuanto salga publicada la revista, os informaré.
¡Gracias por llegar hasta aquí! n.n
Actualización 15/08/2011: Ya ha salido publicado el séptimo número de Dramatis Personae, donde podréis encontrar mi partida.
Un saludo,
Morpheus
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