10 junio 2021

Se acabó

Se acabaron las noches en lo alto del faro de Sant Sebastià contando estrellas fugaces para pedir deseos que sólo se cumplen en un sentido.

Se acabaron los pasos perdidos en el Louvre mientras me explicabas los mitos de aquellas esculturas renacentistas.

Se acabó aferrarme a mordiscos al abismo de tu cuello y que te marcharas olvidándote las bragas entre las sábanas.

Se acabaron los sueños de encerrarnos de noche en una librería para leernos nuestros poemas favoritos y representar nuestras novelas de fantasía épica preferidas para acabar dormidos, tras tanta carcajada, el uno apoyado en el otro mientras leemos El Principito.

Así que aquí estoy, huyendo de ese monstruo que vive en lo más profundo de mi buhardilla, pues ya no hay quien lo apacigüe; porque, no te engañes, yo sé que todas las putas guerras de este jodido mundo se acabarían si pudieran sentir la paz de apoyarse en tu regazo.

Pero no busco escudos ni armaduras prestadas; y ando de boca en boca emborrachándome de historias ajenas para acabar en esta estación de final de trayecto, o quizás de origen, esperando ese tren que no sale nunca hacia mi destino.

Los relojes no cesan en dejar caer la arena, y este día sin marmota se hace eterno, dejando paso a esta desidia.

Si el tiempo no cura, ya pueden reventar todos los relojes y arder todos los calendarios.

Un saludo,
Morpheus

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