03 abril 2012

Reflexionando sobre la introversión

Hoy, repasando el lector de noticias, doy con este interesante post de Loretahur, en el que habla sobre como, poco a poco, y en parte gracias a la red, cada vez prestamos menos tiempo a nuestros pensamientos y nos dedicamos menos momentos de soledad. Ello me ha hecho reflexionar.

No creo tener miedo a pensar en sí mismo, o al menos eso creo. Lo que sí que me preocupa es pensar en multitud de proyectos, ideas o pensamientos que quiero compartir y que luego no tengo tiempo de hacerlo, bien por pereza, falta de tiempo o desgana.

Y pienso, ¿porqué desgana? Creo que es por infravalorarme, o bien porque lo poco que consigo llevar adelante no es tan reconocido o valorado como esperaba.

Quizás sea una actitud infantil o incluso egoísta, pero no puedo evitar pensar a veces cosas como ¿para qué hacerlo, si luego no lo voy a acabar, o no lo va a apreciar nadie o se va a quedar en un rincón?.

Imagino que es por estos motivos, entre otros, por los que a veces prefiero pasar el rato haciendo algo que me tenga la cabeza ocupada y que me haga pasármelo bien.

En cuanto al vídeo, la verdad es que no sé como calificarme; desde luego, tengo claro que no soy una persona extrovertida, o al menos no me considero así actualmente; pero tampoco creo que sea una persona introvertida como expone Susan Cain en el vídeo; queda descartado también la posibilidad de que sea ambivertido. Creo que lo que más se acerca a describirme es ligeramente introvertido, aunque quizás eso deban valorarlo más quienes me conocen.

El vídeo que os comento, muy interesante, por cierto, es el siguiente:

Dejando de lado mis reflexiones, estoy de acuerdo en que la mejor manera para que fluyan las ideas es en soledad y en calma, y que eso, hoy en día, es cada vez más difícil.

Un saludo,
Morpheus

2 comentarios:

elHermitaño dijo...

Hola:

Voy a soltar una parrafada, si te parece bien...

En primer lugar, aunque en general estoy de acuerdo con el contenido del vídeo, me temo que hay muchos extrovertidos a los que les dá pavor mirarse a sí mismos... bien a fondo y durante un rato. Hay infinidad de modos de no escucharse, de no querer profundizar en uno; no es nada difícil. Lo que quiero decir es que es muy posible que haya (y bastantes...) extrovertidos puros, gente que necesita estímulos exteriores de continuo, buscando a otros con quienes hablar o estar, pasándose el tiempo con una ocupación que quizá no les guste, pero que les permite no "pensarse", no saber de sí mismos, pasando el tiempo con la TV, o dando vueltas con el coche, o lo que sea... El objetivo es siempre el mismo: no ser conscientes de nosotros mismos.

En cuanto a tu caso, quizá se trate de baja autoestima (a mí me sucede bastante, también...). No valorarse en la justa medida de uno es el principio de la indulgencia, por los motivos que citas: pero todos tenemos algo que decir, y muchas veces es importante que hagamos llegar esa idea, que es nuestra, a los demás. Quizá sería mejor centrarnos en una de ellas, un proyecto o pensamiento particular, y darle la forma adecuada, con sus pros y sus contras, y hacer partícipes de ellas a los que nos rodean. Sólo una ya es suficiente.

Has puesto una cita en la columna lateral del blog que reza: "el conocimiento humano pertenece al mundo". Estoy de acuerdo. Y precisamente por eso hay que darle forma a esos pensamientos que tenemos, elaborarlos como se merecen, y difundirlos. Luego se convertirá o no en saber, en conocimiento cierto, pero al menos habrá servido de discusión, habrá generado un debate; a fin de cuentas, eso ya es conocimiento, si bien lo miras.

Y, si se queda en un rincón, o perdido en una entrada de tu blog, quién sabe a quién puede serle útil en un futuro; se puede escribir una palabra en Google y, tal vez, aparecer tu idea a alguien que busca otra cosa y que la halla por casualidad. Y, a partir de ahí, sólo Dios sabe lo que puede suceder...

Todo este deslavazado tostón, amigo Morpheus, te lo suelto (con tu permiso...) para que no te quedes con las ideas, perpeciones o sensaciones, dentro de ti, y que no cojan forma ni vean nunca la luz. La valoración externa es secundaria; si crees que tienes algo que decir (y seguro que es así), dílo, porque una idea en una página nunca muere; pero dentro de una mente, sí.

Perdona, quizá, el tono paternalista de este comentario, pero creo ya hay mucha letra impresa (o vista en la pantalla) que no merece ser recordada, ni leída, ni escrita; y, en cambio, mucha otra se queda en el tintero por falta de empuje, y puede que sea precisamennte ésa letra, ésas palabras, la que de verdad nos cuénten lo que vale la pena.
No quiero ser condescendiente; sólo decirte que si no lo haces, nadie lo hará por ti, y entonces ya estará todo perdido.

El mundo necesita las ideas, las que surgen de muy adentro de nosotros mismos; las superficiales nos innundan y ya no nos dicen nada. Así que, seas extrovertido o no, tengas un pie y medio dentro del lado "intro" o no, eso poco importa (para este tema): lo que es relevante, a mi juicio, es que se tengan nociones propias, elaboraciones personales, ideas y convicciones sobre cualquier aspecto de la vida humana, y que se les dé vida, salida exterior, que puedan ser compartidas...

No me repito ya más... Pero como decía el sabio Yoda: "házlo o no házlo, pero no lo intentes".

Pues eso...

Un saludo, compañero.

Morpheus dijo...

En primer lugar, no tengo problema en lo largo de tu comentario ni en el tono de él.

Sí, es posible que sea falta de autoestima; a veces creo que voy a épocas, dando tumbos alrededor de un centro gravitatorio de estado de ánimo.

Tengo que reconocer que a veces también me puede la falta de tiempo o la pereza, o incluso el hecho de que si escribo una historia para una partida, por ejemplo, también quiero disfrutarla dirigiéndola, aunque no siempre es posible.

De todos modos, quisiera citar tu frase: una idea en una página nunca muere; pero dentro de una mente, sí. Creo que son unas grandes palabras.

Gracias por tus palabras; a veces es agradable ver como hay alguien ahí fuera que aún escucha lo que tienes que decir.

Un abrazo,
Morpheus