Hoy vengo a hablar sobre una, para mí, extraña y extravagante película: Martín (Hache).
Parece ser que esta película levanta pasiones, tanto en contra como a favor: hay quien la considera una obra de arte, y hay quien la considera un gran sinsentido repleto de diálogos pretendidamente intelectuales.
Por mí parte no sé muy bien cómo considerarla y a la vez la considero ambas. Tiene un algo extraño, que me atrae, no sé muy bien el qué o el cómo o el porqué, pero lo hace; como cuando te quedas embobado mirando los reflejos del sol en las nubes: sabes que te gustan, pero no sabes decir si es el color, la textura de las nubes o bien su forma.
De todos modos, me sigue resultando extraño que una película con tanta droga de por medio, y banalizándola tanto, me pueda llegar a atraer tanto, siendo una persona que siempre me he opuesto a ellas y al cambio de percepción y de carácter que acarrean: siempre he valorado el carácter de las personas y su juicio sin agentes externos que puedan alterarlo, ni para evadirse (huir, de ti mismo y de tus pensamientos) ni para divertirse; bajo mi punto de vista (mío, y de nadie más) siempre me ha parecido un tipo de debilidad.
Quizás lo que me atraiga sea los personajes que en ella se interpretan y su particulares historias: una mujer que busca cariño, perder sus inseguridades y disfrutar; un padre que tiene miedo de amar y de, por tanto, sufrir; un hedonista que tan sólo trata de sacarle todo el sabor a la vida sin importar cómo; y, finalmente, un hijo que no sabe qué hacer con su vida. También puede ser que lo que me atraiga sean algunos de sus diálogos. Sin embargo, lo que sí está claro es que la película me atrajo por esta cita:
Eso de extrañar, la nostalgia y todo eso, es un verso. No se extraña un país, se extraña el barrio en todo caso, pero también lo extrañás si te mudás a diez cuadras. El que se siente patriota, el que cree que pertenece a un país, es un tarado mental. ¡La patria es un invento! ¿Qué tengo que ver yo con un tucumano o con un salteño? Son tan ajenos a mí como un catalán o un portugués. Una estadística, un número sin cara. Uno se siente parte de muy poca gente; tu país son tus amigos, y eso sí se extraña, pero se pasa.
Martín (Padre) en Martín (Hache)
Hay quien hace un análisis relativamente extenso sobre el argumento. Para mí, la película trata de cómo puede afectarte a ti y a tu alrededor el intentar no querer ni ser querido (esto me recuerda a Gendou Ikari, de Neon Genesis Evangelion, anime que, si no has visto, tienes que ver) y el cómo un chaval de 19 años trata de saber qué hacer con su vida. Sin embargo, me gusta este breve resumen que he encontrado blogueando:
Martín y Martín (H), padre e hijo, inteligente y vago, sin vida y sin vida descubierta. ¿Qué hacer cuando no le encuentras a tu vida el sentido?
En fin, me gustaría saber qué opináis de esta película, si la habéis visto o la queréis ver, porque yo sigo algo extrañado por ella.
Un saludo,
Morpheus